Planificando las vivencias de una ciudad

Lewis  Pereira

Una idea que surgió hace unas décadas es que se podían hacer pequeñas intervenciones tácticas en las ciudades, a pequeña escala, dentro de una lógica de experimentación social para cambiar el comportamiento de las personas. Esto tenía que ver con el comportamiento de relación con los objetos que se encuentran en el espacio. Todo tipo de objetos, edificios, carreteras, andenes, mesas, sillas y demás. La conducta de las personas se altera porque esa relación es psicológica y cultural, es decir, las cualidades de esos objetos nos influyen, nosotros les damos significados y a partir de ello definimos una actitud.

Un asunto importante son los colores y las formas ya que definen buena parte de nuestro comportamiento, lo cual se puede ver en su simbolismo oculto; el color negro con su asociación con lo negativo o el blanco como color de la pureza o el rojo tenido como el color de la pasión. Si vamos a casarnos por la iglesia no esperaríamos que la novia fuese vestida de negro. A algunos pudiera parecerles como algo irrelevante a los efectos del diseño de ciudades, pero no es así. Los estudios indican que los colores y también la iluminación son determinantes. Pintando las paredes en ciertas calles de los barrios más pobres se puede disminuir el índice delictivo. La iluminación es algo determinante por las noches, un lugar a oscuras no es lo mismo que uno iluminado con ciertas tonalidades, las paredes descoloridas y la oscuridad invitan a los actos delictivos.

Pero no solo tiene que ver con esto, la disposición del mobiliario es determinante también, si queremos que las calles sean de los peatones y sean lugares agradables tenemos que poner el mobiliario correspondiente. Esto se demostró en el Time Square en el 2009 cuando se decidió desalojar los vehículos de un tramo de la calle e incorporar jardinerías, sillas, mesas para tomar café, sentarse a conversar y jugar; el lugar quedó para que los peatones socialicen entre sí y disfruten la ciudad. La discusión sobre si las calles pertenecen a la gente o a los carros pasa, pues, por el urbanismo táctico que es cómo se llamó esta forma de intervenir la realidad de las ciudades.

Los ejemplos abundan por todas partes, en Panamá en el 2018 la denominada “Plaza Cinco de Mayo” fue convertida de un lugar de caos vehicular a una zona ordenada de actividad cultural en el que la gente podía pasear tranquilamente y disfrutar; en Paris algunos de los trayectos del Sena fueron convertidas en lugares para pasar un día de playa como en cualquier lugar vacacional del mundo, y aquí mismo en Colombia, en Medellín, se han rescatado una gran cantidad de espacios en un proceso que puede ser entendido como de humanización.

En todos los casos las intervenciones se han realizado, principalmente, con pequeñas obstrucciones viales hechas con concreto, mobiliario (sillas y mesas) y pintura, trabajando en una lógica de interacción cultural y psicológica. Los arquitectos saben de esto, pero se relacionan con sociólogos y antropólogos, y sobre todo con la comunidad que se va a ver beneficiada; se trata de un modelo participativo. Es muy profunda la relación la que tenemos con el medio ambiente urbano, todo tiene un significado, aunque no nos demos cuenta, y realizar planificaciones en ese campo, forma parte de las metas relacionadas con la calidad de vida. Una ciudad inteligente es una ciudad que nos da los significados adecuados para poder actuar responsablemente y esos significados se pueden planificar.